Los
primeros cultivos de la vid en América datan
del Siglo XVI en las zonas de influencia de los Virreinatos
de México y Perú. Desde Perú se
fueron expandiendo hacia Chile, Bolivia y con menor
éxito a Ecuador. Los conquistadores españoles
consideraban al vino un elemento indispensable para
la alimentación, al igual que el trigo, el aceite
y otros vegetales.
El vino era transportado desde España y muchas
veces se echaba a perder por el tiempo que demoraban
las travesías, condiciones del transporte y la
calidad del vino que en general no era buena.
Por el alto costo de los vinos y las dificultades de
conservación, los primeros grupos de misioneros
vieron la necesidad de comenzar a plantar vides, pues
el vino que les era indispensable para atender las necesidades
del culto y religiosas.
Procedentes de Perú y Chile llegaron a Argentina
las primeras plantas de vid a mediados del Siglo XVI.
Conociéndose los primeros viñedos en la
zona de San Juan y Mendoza. Años más tarde
el cultivo llegó a Buenos Aires.
A pesar de la cercanía con Buenos Aires fueron
los colonizadores españoles quienes a mediados
del Siglo XVII introdujeron las primeras vides cultivadas
en parral, en esta primera etapa con destino a uva de
mesa y elaboración de vino para consumo familiar.
Hasta comienzos del Siglo XVIII nuestra región
fue carente de todo interés para los conquistadores,
ya que eran consideradas tierras desprovistas de metales
preciosos y extendidas hacia el lejano sur muy distante
de un mundo que tenía como centro a España,
Francia, Inglaterra y Portugal. Los afanes expansionistas
de las potencias rivales preocuparon al gobierno español
decidiendo realizar la fundación de Montevideo
en 1726.
Los primeros años del Siglo XIX transcurrieron
llenos de luchas y revoluciones independentistas, primero
contra el gobierno español y luego las guerras
contra el Imperio de Brasil. A partir de 1828 una vez
constituido como Estado independiente se generó
un clima adecuado que ayudó para los primeros
desarrollos agrícolas y comenzó a difundirse
la viticultura.
Poco duró la paz y estas pocas experiencias
no llegarían a buen término y configuraron
un fracaso debido a las luchas internas (Guerra Grande
de 1839 a 1851). Fueron años muy críticos
para la agricultura y en especial para la viticultura
que requería cuidados permanentes, mano de obra
capacitada, poblaciones estables y mercado interno adecuado.
A partir de 1870 comenzaron a darse en el país
las condiciones necesarias para el cultivo de la vid
en mayor escala y con fines de producción comercial.
Luego de muchos fracasos y sinsabores, hombres de gran
inteligencia y espíritu de lucha, probando variedades
que pudieran adaptarse a nuestro medio alcanzaron la
meta: nace la viticultura nacional.
En el departamento de Salto, paraje Saladero de La
Caballada, Pascual Harriague luego de varios fracasos
en 1860, logró en 1874 formar los primeros viñedos
con la cepa francesa Tannat, traída de Concordia
(Argentina). Es así que esta variedad en Argentina
llamada Lorda en honor del vasco que la introdujo, aquí
en Uruguay, lleva el nombre Harriague por el mismo motivo.
Este viñedo alcanzó una superficie de
200 hectáreas.
En el sur, en su granja de Colón, Francisco
Vidiella en 1876 comenzó a cultivar variedades
que había traído de Europa. En 1878 seleccionó
una que le llamó Peñarol y luego pasaría
a llamarse Vidiella. Esta uva presenta las características
de la cepa francesa Folle Noire. Este viñedo
alcanzó una superficie de 36 hectáreas.
El 25 de Febrero de 1883 se celebró en la granja
de Francisco Vidiella la primera fiesta nacional de
la vendimia. Estas dos variedades de uva para vino,
Harriague y Vidiella, constituyeron la base de la viticultura
uruguaya a las que siguieron muchas otras como Cabernet,
Merlot y Malbec, procedentes de España, Francia,
Italia, y otros.
En 1893, cuando los viñedos uruguayos habían
alcanzado entre las 700 y 1000 hectáreas y la
vid era el cultivo de moda, se declaró oficialmente
la presencia de la filoxera(1) en el país, lo
que obligó a hacer un alto en ese camino de la
expansión vitícola. Originaria de Norteamérica,
apareció en Gran Bretaña alrededor de
1863 y en pocos años se extendió a toda
Europa.
En los comienzos del Siglo XX se produce la primera
reconversión de los viñedos del país,
transformándose la plantación directa
por planta injertada. Esta transformación vino
de la mano de la migración europea, principalmente
italiana, que con gran empeño se dedicaron al
cultivo de la vid, apareciendo una nueva modalidad de
productor vitícola que trajo como consecuencia
la expansión de los viñedos del tipo familiar.
En 1903 se promulga la primera ley vitivinícola
nacional, se reglamenta la producción y comercialización
del “vino natural”.
En 1904 los primeros datos oficiales indicaban que
había alrededor de 3.600 hectáreas de
viñas y 445 bodegas. En 1905 las bodegas aumentaron
a 559 y en 1910 los viñedos pasaron a 6.100 hectáreas.
Este crecimiento fue constante hasta 1950 donde se
estimaba una superficie de 19.000 hectáreas y
más de 80 millones de plantas. Luego de permanecer
estable por alrededor de 20 años se produce un
descenso y en el año 2000 se contabilizan alrededor
de 30,2 millones de plantas. En el año 2004 (según
datos de INAVI) existen 2.389 viñedos, con una
superficie total de 8.583 hectáreas y 29.275.742
plantas.
La gran expansión de los viñedos uruguayos
fue acompañado por la creación de institutos
que ayudaron en la investigación, enseñanza,
competitividad y tecnología que le dieron vitalidad
a la producción vitivinícola:
- En 1906 se crea la Facultad de Agronomía
dependiente de la Universidad de la República.
- En 1940 se funda la Escuela Industrial de Enología.
- En 1957 se creó el primer Sistema de Advertencia
para enfermedades de la vid.
- En 1987 se crea el Instituto Nacional de Vitivinicultura
(I.NA.VI.).
A partir de 1889 se produce una transformación
muy profunda en las estructuras productivas, industriales
y comerciales de la vitivinicultura uruguaya. Se consolidan
las plantaciones de nuevos viñedos sobre la base
de variedades de verdadera y reconocida calidad y por
consiguiente la producción creciente de vinos de
calidad.
Con la creación del MERCOSUR (1991) se producen
cambios políticos, socio- culturales y económicos
en la economía uruguaya lo que trajo como consecuencia
la necesidad de cambiar las estructuras de producción
y comercialización. En 1995 Uruguay organiza
la 75ª Asamblea Mundial. Esta asamblea fue de vital
importancia ya que abrió las puertas al mercado
mundial para la exportación de vinos finos uruguayos.
A partir del año 2000 al estar llegando a su
madurez las nuevas plantaciones efectuadas en los años
80 y 90 comenzaron a dar sus frutos. En su orden los
años 2000, 2004 y 2002 han sido los mejores.
Esto se debe a la aplicación de nuevas técnicas
de elaboración, un clima favorable (caluroso),
a la calidad y cantidad de uvas cosechadas.
Se producen actualmente, entre las distintas variedades
de vinos, más de 90 millones de litros, de los
cuales el 80% corresponden a vino de mesa o vino común
y el resto, menos de un 20%, a vinos finos (V.C.P.).
El consumo interno está calculado en 30 litros
por persona al año. Solo un 3% de la producción
es con destino a la exportación.
(1) Filoxera: Insecto hemíptero
parecido al pulgón. Parásito de la vid
que se desarrolla en las nudosidades y tuberosidades
de las raíces. Se alimenta de los jugos que deberían
llegar a los órganos aéreos, provocando
sequía interna en las plantas y encases de nutrientes
que junto con la entrada posterior de hongos o bacterias
parásitas provocan la muerte de la planta. Se
combate replantando el viñedo con raíces
de ciertas vides americanas resistentes al insecto,
sobre las que se injertan las variedades que se desean
cultivar.
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