Si una botella de espumante de la cena se queda sin terminar, seguramente termine en la nevera con una cucharita en la boca con la idea de que evite que se escape el gas. ¿Sirve esto de algo?.
Hay distintas teorías sobre cómo funcionaría este truco. Una de ellas es que la parte cóncava de la cuchara hace que la corriente de gas carbónico procedente del espumante se vuelva sobre sí misma, haciendo un tapón que evita que el gas escape de la botella.
Otra es que es el frío lo que disminuye la fuga de gas, y que introduciendo una cucharilla de metal en el cuello de la botella, esta ayuda a reducir aún más la temperatura en esa zona y con ello la fuga de gas.
SE TRATA DE UN MITO
Ninguna de las teorías es cierta, se trata de un mito o leyenda urbana. En el Centro Interprofesional de Vinos de Champagne, en Francia, hicieron el experimento.
Tomaron varias botellas de champagne, las destaparon a la vez y vaciaron 250 o 500 ml. Se separaron en varios grupos, unas se taparon con cucharillas, otras con tapones normales, unas cuantas con tapones herméticos y otras se dejaron destapadas.
Los resultados demostraron que solamente los tapones herméticos conservan la presión e impiden que el gas salga de la botella. Así que, o tienes un tapón a mano, o mejor te acabas la botella de espumante.