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Tratamiento: una copa diaria de vino tinto

Investigadores del Hospital Clínico comprueban su efecto beneficioso en obesos con síndrome metabólico.


Isabel Moreno, Maribel Queipo y Lidia Sánchez, las investigadoras del Clínico que han participado en el estudio.

Lo recomiendan los científicos: hay que tomar vino. Y tiene que ser tinto. Así lo recoge Food and Function, una de las más prestigiosas publicaciones sobre nutrición del mundo. El argumento es que es beneficioso para la salud porque reduce los niveles de inflamación, baja el colesterol y la glucosa, a la vez que eleva los niveles del colesterol bueno (HDL). El hallazgo lo han hecho un grupo de investigadores del Hospital Clínico y se ha publicado en la edición de la revista del pasado mes de abril. Los científicos han descubierto los efectos beneficiosos del vino tinto sobre los problemas metabólicos en personas obesas.

Pero ahora empiezan los matices. No se trata de beber cualquier caldo. Debe ser tinto. La razón es que los efectos positivos están en los polifenoles de este vino. Por lo tanto, procede una segunda precisión: no puede ser un vino peleón, sino que debe ser uno de calidad media o alta por su contenido en esta sustancia. "Tampoco vale emborracharse porque el efecto no es acumulativo", advierte Maribel Queipo, la bióloga que ha coordinado la investigación. La dosis de este tratamiento de andar por casa es exactamente una copa al día. Es decir, entre 250 y 270 mililitros. Y vale tanto que el vino tinto sea con o sin alcohol; aunque la investigadora aclara que no es lo mismo vino sin alcohol que mosto. "El efecto beneficioso es de los polifenoles, no del alcohol. Por lo tanto, se puede beber una copa de tinto con o sin alcohol", precisa. Da igual la hora a la que se tome, pero la dosis no debe exceder de una copa.

El estudio duró unos cuatro meses y se realizó con una veintena de sujetos. En el proyecto participaron cuatro biólogos y un endocrinólogo del Hospital Clínico, el Instituto de Investigación Biomédica de Málaga (Ibima) y la Universidad de Barcelona. Se analizaron dos grupos. Uno formado por diez pacientes obesos con síndrome metabólico y otro integrado por una decena de personas sanas delgadas. Durante un mes, ambos colectivos tomaron una copa diaria de vino con alcohol; luego estuvieron un mes sin beber y finalmente, el experimento concluyó con otro mes tomando una copa al día pero esta vez de tinto sin alcohol. Los biólogos hicieron a continuación un análisis genético de las bacterias del intestino de los distintos grupos. Comprobaron que con el consumo de vino las personas sanas mejoraban sus indicadores de salud, pero que las obesas experimentaban una mejoría aún mayor con bajada de glucosa, colesterol e inflamación, así como un aumento del HDL.

Queipo explica la razón de este resultado. La microbiota del intestino -es decir las bacterias que tenemos en las tripas- transforma los polifenoles del vino en metabolitos secundarios. Estos son los que se encargan de bajar los triglicéridos y la glucosa. Por eso beber una copa de tinto tiene esos efectos positivos sobre ciertos problemas metabólicos. La investigadora insiste: "No hablamos del consumo excesivo, sino moderado; de unos 250 mililitros al día. Si te pasas no es bueno porque el alcohol provoca efectos nocivos. Y aunque sea tinto sin alcohol -como no hay un efecto acumulativo- porque consumas más, no mejoras más".

El equipo del Clínico ha obtenido unos 70.000 euros de ayuda del Instituto de Salud Carlos III para una línea de investigación sobre la relación entre la microbiota intestinal y los trastornos metabólicos, de los que el estudio sobre el vino tinto es apenas una parte. El proyecto global pretende descubrir cómo influyen esas bacterias intestinales en la aparición de prediabetes, diabetes y obesidad. La hipótesis es que esos microorganismos son diferentes en personas sanas y en obesos con trastornos metabólicos. Por eso, el equipo va a iniciar el trasplante de heces. Sí, de heces. La idea es trasplantar microbiota de sanos a obesos para comprobar si se produce una mejoría. El estudio se va a iniciar este verano con modelos animales.

Una segunda línea de investigación es el cóctel de bacterias intestinales que los profesionales del Ibima ya han patentado. Las primeras se obtienen de las heces, pero luego se pueden cultivar el laboratorio. En breve se van a poner en marcha los ensayos clínicos con personas. Se trata de bacterias que mejoran las alteraciones metabólicas de los obesos. Trasplante de heces, cóctel de bacterias intestinales o vino tinto. Suenan poco creíbles como tratamientos y unos, menos apetecibles que otros. Pero quién hubiera dicho hace medio siglo que, por ejemplo, la sangre del cordón umbilical salvaría a muchos pacientes de leucemia. Así que habrá que dejar trabajar a los científicos. Y confiar en que el tratamiento que nos prescriban en el futuro no sea un trasplante de heces ni un cóctel de bacterias intestinales, sino una simple copita de vino tinto.

Fuente: Diaio del vino, 9 de Mayo de 2016.





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